Una India diferente nace cada día. India no aburre: Es infinita. India no duerme: vibra. India es palpitante, se contonea, se reinventa a cada instante. India sorprende en cada rincón. India es, INCREIBLE.
Más de 1000 millones de almas trabajan a destajo para y por una joven democracia donde la gente se divide por castas. El mes pasado fueron las elecciones. El mes entero. Llego a Bangalore justo el día en el que allí se celebran las elecciones. Les pido a los de la organización con los que vengo a trabajar si me pueden llevar a cotillear un poco. Me pica la curiosidad.
Llegamos a una pequeña casa pintada de color rosa en un camino polvoriento. Hay algunos policías armados en la puerta y unas diez personas fuera. En fila. India. En la puerta un gran cartel. En el gran cartel, se detallan los documentos que se pueden traer para poder votar. Cuento hasta 22, incluidos DNI y pasaporte. Otros son, la cartilla de la jubilación o el contrato de trabajo.
Al salir, la gente nos enseña su dedo anular (como si nos mandaran a la mierda, o mandaran a la mierda la democracia). Resulta que al votar les pintan el dedo anular como muestra de que han votado. Los periódicos se pueblan por doquier con fotos de famosillos, políticos, estrellas de cine bolliwoodiense, rupias y morenas, enseñándole a la cámara el ‘middle finger’.
En India hay mucha gente y algunos animales. Aproximadamente 1 tigre por cada 100 millones de habitantes. Y ninguno se oso a posarse delante del zoom de mi camara. El número de tigres desciende inversamente proporcional al incremento de la población. Pronto, y como ocurriera hace un decenio en las favelas de Brasil, los safaris no fotografiaran estos animales ….( no encuentro un adjetivo que reúna la belleza que tienen, por lo menos en foto). Pronto, sus majestuosas rayas serán tapices y alfombras sin vida. Es increible que mil millones de personas, no sean capaces de salvar la existencia de 1000 tristes tigres. Y es que los tigres no han corrido la misma suerte que sus primas con manchas y cuernos. Las vacas de la India, tienen mucha mierda de serlo.
Por doquier, estas reinas de la carretera, salpican aceras, autovias, praderas. Despanzurradas en la carretera, son esquivadas con sorprendente destreza por unos cuantos rickshaws suicidas. Las sagradas criaturas, parecen haberse rendido a los pitidos omnipresentes de los innumerables coches, camiones y motos que, superpoblados, ruedan sobre el polvoriento asfalto. ‘Please Horn’ se puede leer en casi todos los traseros de los camiones. Algunos, lo hacen al ritmo de la música. Es un equilibrio perfecto entre contaminación atmosférica y contaminación acústica. Después de una semana allí, uno se da cuenta de que los ‘horns are evil’.
En India no solo hay tristres tigres y vagas vacas. También tuve la oportunidad de ver 2 cucarachas. Esto no debería ser especialmente sorprendente, pero lo increíble es, primero que solo viera 2, y mas sorprendente, en los lugares en donde aparecieron ambos entes inmortales. La cucaracha numero 1 estaba dentro de mi maleta. La encontré cuando iba a hacer mi maleta para irme a Mumbai desde Bangalore. Tenía unos cuernos (horns are evil!) enormes y parecía mas asustada que yo al verme. La cucaracha numero 2 estaba en el ultimo sitio en el que me hubiera imaginado encontrar una cucaracha. En Mumbai, asfixiada por el calor de la calle, entre en una tienda de ropa de lujo. Tenían unas telas maravillosas y unos precios arrebatadores. Pero como dice mi hermana, aunque se este a dieta, uno puede mirar el menú. Subí al piso de arriba. La decoración del local también era impresionante. Fui directa a un vestido que me llamo la atención por sus colores. Y la dependienta me venia siguiendo. Cogi el vestido y me lo puse delante para verme en el espejo. La dependienta casi nos rompe el tímpano a la cucaracha y a mí con su chillido infernal. Del susto solté el vestido, con cucaracha incluida y se lo lancé a la chica….
Me fui corriendo de la tienda pensando que alguien había echado una maldición sobre mí. Dos cucarachas me encuentro y las dos estratégicamente esperándome en los lugares mas insospechados….Ay!!
Aproveche el día en Mumbai para visitar la ciudad, sudar, sudar un poco mas, y comer en el hotel en donde hace unos meses unos terroristas acabaron con la vida de varias personas. Comí en el restaurante del último piso con unas vistas espectaculares de la ciudad. Vi como algunas zonas del hotel estaban siendo rehabilitadas. No sentí miedo en ningún momento, ya que el hotel se ha convertido en prisión. El hotel esta totalmente acordonado. No se puede ni aparcar ni caminar a su alrededor. Hay 3 controles de armas en la entrada.
Aproveche a darme un baño en la piscina, que me dio energía para continuar mi visita.
Por la tarde, fui caminando por la Chowpatty Beach. Me encanto. Como era el día internacional del trabajo, la mayoría de la gente no trabajaba y parecía que el paseo marítimo es el lugar de encuentro para grupos de jóvenes, parejas de novios, deportistas etc. Me llamo la atención que había muy pocos perros, pero los que había, se arrastraban penosamente detrás de sus dueños, victimas de un calor devastador.
Me pare a acariciar a un Beagle. Su dueño le estaba dando un helado de vainilla al tiempo que se comía uno el mismo.
El malecón estaba repleto de gente, pero en ningún momento tuve sensación de agobio. Al contrario. Disfrute de ver el resultado de una democracia creciente y de una economía bulliciosa y explosiva. Disfrute escuchando a la gente hablando en hindi. De vez en cuando se oye una palabra en ingles, inexistente en hindi: government, relationship, holidays. Papelera se dice ‘úseme’. También aproveche para ver una peli en el cine. Fui con mi compañero de trabajo y con uno de los huérfanos del proyecto con el que trabajamos. Fue genial. 3 horas y pico de película en hindi y sin subtítulos. La vi entera, sin dormirme ni aburrirme. Me encanto. Pude leer sin problemas las expresiones faciales de los famosos protagonistas, disfrutar del disfrute del niño que vino con nosotros y quedarme anonadada de lo bien que bailan en las películas!!
También llore de emoción, alegría, pena, impotencia y sorpresa cuando los niños del proyecto, todos huérfanos e infectados de SIDA, bailaron para nosotros en la cena de despedida. Nos deleitaron con una coreografía completa, original y sofisticada. Me entusiasmo verles tan seguros, tan vitales, tan llenos de futuro a pesar de su pasado. Me di cuenta que ellos son la razón por la que elegí el trabajo al que dedico un poco mas de un tercio de mi vida. Ellos precisamente, los llamados intocables, lograron tocarme el corazón.
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