De tus balcones que otorgan,
de tu columna silenciosa que es el Sena,
de tus miradas que dicen,
de tus noches que callan.
Paris, la bella Paris.
De tus notas al aire,
de tu esplendor preterito
que permanece esquina tras esquina en el presente.
De tus caricias palatinas,
de tus palabras en las noches infinitas en donde solo la luna es testigo.
De tu ego, de tu aroma,
de tu resplandeciente oro,
de tus corazones palpitantes,
de ti Paris, me enamoro.
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