Anoche, mientras navegaba por la fase REM de mis sueños me encontré con un tomate. Como no tenía buen aspecto, parecía enfermo y triste, e incluso parecía haber perdido su color rojo para apoderarse de él un amarillo febril, decidí acercarme a hablar con él.
El tomate, de nombre Orlando, me contó entre lágrimas, la trágica historia de su vida, marcada por el padecimiento de una enfermedad llamada Tomatina.
De buena familia, nació en un hermoso campo cerca de Buñol, Valencia. Pequeño, perfectamente redondo y de piel verde, suave y tersa, vivió su juventud rodeado de su familia. Aunque sufrieron momentos difíciles de sequías y perdió a algunos de sus amigos, en las fauces de los pájaros, Orlando sobrevivió. Comentaba en sus animadas tertulias con sus vecinos que le encantaría morir en la cocina y que lo enterraran tumbado sobre una tostada, al estilo Pantumaca. " Todos queremos morir, así alimentando a algún niño para que crezca bien, es todo un honor".
Vivía tranquilo y felíz, disfrutando del sol valenciano , y la brisa levantina. Pero la paz de Orlando y su comunidad llegó a su fín el pasado domingo. Como de la nada se comenzaron a escuchar ruidos colosales, como grandes motores encrespados. Vastas manos se posaron monstruosamente sobre ellos. Aquellos cientos de dedos gigantescos apretaron y arrancaron de cuajo todos los tomates a su alrededor. " A mí tambien me atraparon. En ese momento, se te corta la respiración. Me metieron en una caja casi sin ventilación con cientos de otros tomates. Durante dos días estuvimos allí, sin saber que iba a ser de nosotros. Por fín al tercer día vimos la luz. Inmediatamente después, ví como una mano humana, cogía a dos de los tomates que tenía a mi lado, los tiraba al suelo, los pisoteaba, esparciendo sus tripas, y luego se los tiraba a las otros seres ( humanos), que enloquecidos gritaban en el exterior." Me salvé por que aún estaba verde", dijo el pobre tomate.
"La Tomatina se ha llevado a más de 100,000 de los míos."Me contaba Orlando desolado. "Y por si fuera poco se han tenido que desperdiciar miles de litros de agua para limpiar las calles y poner las lavadoras para las 40,000 camisetas y pantalones de los que han participado." Orlando lloraba y lloraba.
Le expliqué al desdichado tomate, que vivimos en un país donde hay cuatro especies de burros. Las tres primeras están en peligro de extinción. Son animales apacibles y muy resistentes y forman parte del paisaje rural Español. La cuarta especie , forma también parte del paisaje Español, cada vez más. Se trata de una especie híbrida entre ser ( humano) y zopenco. Son animales ruidosos e intranquilos. Carecen de pasión y admiración por la naturaleza. Son débiles y simples. No piensan demasiado. El único tomate al que adoran , es al de Telecinco. Son destructivos e irrespetuosos con los otros seres que les rodean, y codician y se alimentan vorazmente de un arbusto llamaro euro y otros productos grasientos.
Se divierten con la muerte, sea de un toro, sea de 100,000 tomates, y echan las culpas de sus males a sus mujeres o al gobierno. No saben vivir, pero practican la supervivencia entre pared y pared enfrente de un aparato cuadrado al que nacen y (sobre)viven pegados.
Practican el sedentarismo, el tabaquismo compulsivo, el codo en la barra, el derrochamiento de agua, la tira de colillas mal apagadas y el adoctrinamiento de sus mujeres. Tienen ceguera total al verde de los bosques, sordera crónica al cantar de los pájaros, y apercepción trágica de las maravillas naturales.
Tienen una profusa reproducción e inclucan a sus crías sus mismas acciones perpetuando la especie.
Así, amigo Orlando, así, es como nace un burro al morir un tomate.
